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sábado, 25 de junio de 2011

Perdono pero no olvido

 El título corresponde a una frase usada habitualmente por mí, básicamente porque la creo muy cierta; cuando alguien nos ofende y luego nos pide disculpas, es muchas veces el orgullo quién no nos permite aceptarlas, pero no sé si se equivoca, ya que lo que nos cuesta perdonar son aquellas actitudes que más nos duelen y afectan, porque nunca se olvidan. Todo aquello que perdonamos, si realmente nos lastima, por más que parezca superado reaparece en el momento menos esperado y entonces comprendemos la realidad. El tiempo no cura nada, sólo enseña a vivir con dolor. Por eso cada vez que disculpamos comienza un complicado camino, uno de aprendizaje, aprender a aceptar y asumir lo que nos hicieron, aprender a perdonar a pesar de convivir con esas heridas, aprender a creer en el arrepentimiento sincero de aquellos que se se equivocaron. No es fácil.

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